Seguro que alguna vez te ha pasado.

En el trabajo o en tu vida personal.

Seguro que ha llegado un momento en que has sentido que estabas al límite.

Momentos en los que incluso te has planteado si todo lo que haces merece la pena.

Es una sensación de cansancio infinito, de vacío, de soledad.

Descubres que nadie te comprende.

Y lo peor es cuando alguien con buenas intenciones (son los peores) te dice “que no hay para tanto”.

¿Qué hacer?:

Lo primero es darte cuenta de que no es tan fácil llegar al límite.

En realidad siempre somos más fuertes de lo que pensamos.

Cuando llegamos al límite, en realidad, se debe a situaciones que venimos arrastrando desde hace tiempo.

Tal vez un tipo de vida que no nos va en absoluto.

O unas relaciones que nos demandan pero que no nos aportan nada.

O puede ser también que se hayan juntado muchos problemas a la vez y creamos que no podemos con ello.

Piensa por un momento desde cuándo arrastras esa pesada carga.

Es posible que desde hace más años de los que puedas recordar.

Piensa también si dedicas tu vida a satisfacer las necesidades de los demás y te olvidas de las tuyas.

Porque, en una situación en la que llegas al límite, te conviene parar y plantearte lo que tú necesitas.

Ni tus amigos, ni tu familia, ni tus compañeros: TÚ.

Porque, aunque te hayan hecho creer lo contrario, eres la persona más importante de tu vida.

Si ya no puedes más, tal vez se deba a que te faltan esas pequeñas cosas que hacen de la vida algo hermoso: una persona que te escuche, tiempo para hacer lo que te gusta, un espacio en el que relajarte, sentir que te comprenden,…

No, no estoy hablando de tonterías ni de blanduras sentimentales.

Estoy hablando de esas cosas que hacen que te sientas bien  y que cada día sea diferente, un desafío que merece la pena.

Así que, si te parece bien, trátate con el mismo respeto y el mismo cariño con el que tratarías a tu mejor amigo/a.

Pregúntate qué necesitas Y CONCÉDETELO.

Y sí, puedes con todo lo que te está sucediendo. Tenlo claro.

Siempre somos mucho más fuertes de lo que creemos.

Todo pasa, lo malo también.

Si te cuesta pensar en positivo y lo ves todo negro, no te tortures.

Es normal.

Descansa, concédete un tiempo y vuelve a reconquistar tu vida paso a paso.

Las crisis están para avisarnos de que algo no va bien.

Y nos dan la oportunidad de fijarnos en ello.

Aprovéchalo y verás cómo lo que estás viviendo ahora es un tránsito hacia algo mejor.

 

Abrazos.