Hace ya muchos años que estoy convencido de que la naturaleza es el mejor espejo de la vida humana.

Hagamos lo que hagamos, seamos como seamos, seguro que el mundo natural tiene valiosas lecciones que enseñarnos.

Algunas de ellas son agradables y bonitas: internet está lleno de consejos y lugares comunes de este tipo.

Se me ocurren frases del tipo “no te rindas” o “disfruta de las pequeñas cosas”, que no por ser muy repetidas, dejan de ser verdad.

Digamos que éstos son los consejos “políticamente correctos”.

Pero hay más.

Y más jugosos.

Y de uno de esos consejos vamos a hablar hoy:

Prácticamente todos los animales dedican una parte importante del día a su higiene:

Las aves arreglan sus plumas, los gatos se lamen para limpiarse y los humanos nos aseamos.

Pero si te fijas bien, los animales aprenden desde muy pequeños a desparasitarse, porque saben que la salud y el vigor les va en ello.

No hay más que ver a los monos, que lo han convertido en un ritual social.

Por desgracia, los seres humanos no os damos cuenta de que acumulamos gran cantidad de parásitos en nuestra vida.

Los hay emocionales, que continuamente nos sacan de nuestras casillas, nos hieren a la menor oportunidad o hacen que los días hermosos se vuelven grises.

Cuando digo que son parásitos, lo hago porque estas personas obtienen algún tipo de satisfacción morbosa.

No nos engañemos: hay personas que disfrutan frustrando, debilitando y desequilibrando.

Sienten un enorme placer ante la sensación de tener a otra persona dominada, sometida.

Por no hablar de quienes se dedican a saquear nuestro recurso más valioso: el tiempo.

El aprender a detectar y sacar de nuestra vida a los parásitos es una de las mejores costumbres que puede adquirir una persona, aunque no sea un consejo de los más populares.

Y deberíamos hacerlo de forma periódica.

Por favor, olvídate de vengarte o de destruir a estas personas.

Te puedo asegurar que no hay nada más doloroso para una persona acostumbrada a dominar a otra, que perder el control sobre ésta.

Revisa esos lazos que deberían protegernos de estas cosas: la amistad, la familia, las relaciones de ayuda, …

Observa tu vida y descubrirás que hay personas que cogen mucho de ti y no te aportan absolutamente nada.

Juegan con tu culpa y con tu ego.

Y seguramente juegan con un desequilibrio en tus afectos.

Recuerda que una relación sana es una relación de beneficio mutuo.

Y recuerda que lo saludable es que la primera persona de tu vida seas tú.

Dejemos ya de hablar de egoísmo (que es lo primero de lo que nos acusan los parásitos cuando nos liberamos de su carga) y empecemos a hablar de Amor Propio.

Sé que éste artículo va a recibir muchas críticas y que no va a recibir ninguna difusión.

Y lo entiendo.

No es tan bonito como otros textos que pintan todo de color de rosa.

Pero si a ti, que me estás leyendo, te sirve de algo, me doy por más que satisfecho.

 

Saludos.