“Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable…” (Marco Aurelio)

Sí, esto lo escribió un Emperador Romano, el de “Gladiator”.

Y no le faltaba razón.

Todos/as nos tropezamos cada día con personas con las que nos enfadamos, que nos distraen, nos ponen tristes, nos desconciertan,…

Es parte de la vida en sociedad.

Y tendemos a caer en sus pequeñas trampas y provocaciones, hasta convertirlas en algo personal.

Pero, como veremos, esto es una equivocación.

Como ya sabemos, nuestra energía personal es limitada, como nuestro tiempo.

Cada conflicto en el que me embarco me roba la energía que necesito para hacer cosas o conseguir metas que para mí son realmente importantes.

Todo el tiempo que dedico a pensar en un problema que no merece la pena es tiempo perdido, experiencias que no viviré, objetivos que no alcanzaré, paz que me costará recuperar.

Y esto se debe a que hay un aspecto que no solemos tener en cuenta, porque está tan alejado de nuestra forma de ser que ni lo vemos.

Así como hay personas que tienen sus propios proyectos de vida, generan su propia energía y diseñan su propia vida, hay personas que no son capaces de hacerlo.

Hay personas que se nutren del conflicto y el malestar, de incomodar y de generar sensaciones desagradables y molestas.

Tampoco se les puede reprochar: es su naturaleza y no saben hacer otra cosa.

En el fondo se sienten tan insignificantes que, de forma inconsciente, buscan ser más relevantes a costa de otros.

Toda persona que haya vivido en éste mundo conoce a un buen número de personas así.

Cuando nos provocan, cuando reaccionamos y nos metemos en el conflicto al que nos quieren llevar, son ese tipo de personas las que salen ganando.

Se convierten en protagonistas a costa de nuestro bienestar, nuestro tiempo,…nuestra vida.

No estoy hablando de no defender nuestros derechos de ataques externos.

Estoy hablando de afinar la percepción y de saber distinguir a éste tipo de personas insignificantes que buscan ser los protagonistas de nuestra atención.

Hay personas que ven su valía en el número de conflictos que mantienen o en cómo han conseguido fastidiar a alguien.

Otras personas valoran más su propia calidad de vida, el bienestar de sus seres queridos, el tener una vida cada vez mejor y la calidad de sus relaciones.

Pero hay una cosa que es cierta: no ha habido persona en la historia que haya conseguido relevancia por hacer algo positivo que no haya aprendido a dejar de lado a éstos “moscardones emocionales”.

Sencillamente, han afinado su radar personal para dirigir su atención a esas personas que merecen la pena, que crean ese tipo de relaciones enriquecedoras para ambas partes.

Podría seguir hablando del tema largo y tendido, pero sé que has comprendido lo que te quiero decir desde el principio.

Si queremos recordarlo con una frase, prefiero ceder la palabra a alguien que siempre tenía la expresión acertada, a un gran dirigente político y premio Nobel de Literatura”.

 

“Nunca llegarás a tu destino si te detienes a tirar piedras a cada perro que te ladre” (Winston Churchill)

 

Desde luego, no se puede decir más claro.

¿Qué opinas?