Hay cosas de gran importancia que muchas personas no saben.

Es evidente: no podemos saberlo todo.

Hoy vamos a hablar de una de ellas.

Hay un verbo que en Psicología suele marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Es el verbo “SER”.

Permíteme que te lo explique.

Desde el punto de vista del cambio, el verbo “ser” es como un fijador, como un cemento que no permite que las cosas cambien.

Si tú dices “…es que soy tímido”, ya estás negando toda posibilidad de cambio, ya que tu propia mente entiende que has nacido así, siempre has sido así y siempre serás así.

Sin embargo, no es lo mismo que si dices “cuando estoy con otras personas, me suelo poner nervioso”, ya que éste pequeño cambio de palabras te abre las puertas a la posibilidad de cambiar o de actuar de otra forma.

Y lo mismo cuando hablamos de los demás.

Si yo digo que otra persona “es insoportable”, además de darle muy poco margen de cambio, yo mismo me estoy condicionando respecto a ella.

Y, siguiendo el “efecto Pigmalión” (que trataremos en otro artículo), desde el momento en el que tengo una imagen de otra persona en mi mente, estoy condicionando a esa persona a que sea de cierta manera.

Siguiendo el ejemplo anterior, es mucho más creativo y positivo el decir “esta persona se ha comportado de forma muy desagradable conmigo”.

No es una cuestión de palabras.

Es mucho más.

Es una forma de condicionar nuestra mente y la de los demás.

Pero no todo es negativo con el verbo “ser”.

Toda esta capacidad que tiene de fijar contenidos y actitudes, se puede utilizar de forma muy constructiva.

De hecho, la utilizamos a menudo en sesiones de hipnosis y sugestión.

Por ejemplo, cuando se ha alcanzado el estado en el que la persona puede incorporar sugestiones, se le puede decir, por ejemplo : “… y te das cuenta de que eres una persona con más cualidades de las que creías y te das cuenta de que cada vez las desarrollas más”.

Ahora, por favor, piensa un momento: ¿Cuántas de las cosas que crees que son verdad, en realidad te las has creido porque te las han repetido una y otra vez?

Tal vez te hayan dicho “Eres tonto/a”, “No vales para nada”, “Nadie te va a querer”, ….

Pero también hay una buena noticia: Todo lo que se aprende, se puede “desaprender”.

Y ahora te dejo con una pregunta:

¿Cuál de esas falsas creencias quieres abandonar primero?