Todos sabemos que el dinero es importante. Pero no sabemos hasta qué punto. En este artículo veremos lo que dicen las últimas investigaciones sobre cómo nos influye el dinero.

En estos últimos años se han realizado muchos estudios sobre la influencia que tiene el dinero en nuestra vida. Y los resultados van más allá de lo esperado.

A nivel personal vemos que:

Se ha descubierto que nos conectamos de forma emocional con el dinero y que influye en nuestra actitud, nuestros sentimientos y nuestra conducta.

Hasta tal punto que hace que poseerlo es uno de los grandes placeres de la vida, mucho más que el gastarlo. Y todo por que su posesión genera un cóctel de sustancias naturales en nuestro cuerpo que hace que se sienta gran placer.

Tanto es así, que damos mucha más importancia a perder dinero que a ganarlo: nos duele mucho más perder cien euros que alegría nos da ganar trescientos. Por eso a menudo somos tan conservadores y preferimos aferrarnos a lo que tenemos antes que invertir. A eso se le llama “aversión a la pérdida”.

Pero una vez que ya se ha invertido, hay una compulsión a seguir invirtiendo, aunque no tengamos muy claro lo que estamos haciendo: a eso se le llama “error del inversor”.

Además, el dinero acelera nuestros ritmos, porque nos urge a que tengamos prisa en conseguir más dinero. Por eso, para poder planificar y crear un plan para ganarlo, hace falta disciplina y estrategia. No es algo natural. En cierta manera, hay que obligarse.

El tener dinero cumple además un papel filosófico: mitiga nuestra sensación de vacío existencial y hace que disminuya nuestro miedo a la muerte.  Es algo paliativo y no absoluto, por supuesto, pero su influencia en cómo percibimos la nada, está ahí.

La propia actitud ante el dinero, va a estar marcada siempre por la historia personal. Por eso son muy importantes los mensajes que se han ido recibiendo al respecto a lo largo de la vida.

Y la falta de dinero es mala consejera, porque hace que se tomen peores decisiones, al generar una mayor ansiedad.

La riqueza de otros puede generar envidia o admiración, pero las críticas a las personas ricas suelen darse para aliviar nuestra frustración. Por eso a menudo las historias de ricos que se arruinan resultan tan atractivas para el público en general.

El dinero más valorado es, sin duda, el que se ha ganado con esfuerzo. Pero no nos equivoquemos: el pensar que siempre el argumento más motivador es el dinero, a veces es falso. Son muchos los elementos que pueden llegar a motivarnos.

Y otro elemento curioso es que damos más importancia a tener más que los demás que a la cantidad en sí misma. En muchos experimentos, los sujetos han preferido tener menos dinero, siempre y cuando estuvieran por encima de las demás personas.

También regula nuestro carácter porque cuando nos sentimos felices disminuye nuestra capacidad de cálculo mental y cuando somos más cascarrabias calculamos con mayor exactitud (que cada cual saque sus conclusiones).

Además, tenemos diferentes monederos psicológicos: por ejemplo, no nos duele pagar unas cervezas pero un libro nos puede parecer caro. O los gastos que hacemos durante un viaje nos parecen más naturales que cuando estamos en nuestra residencia habitual.

De hecho, podemos llegar a tener hasta diez monederos psicológicos diferentes: ocio, general, inversión, gastos necesarios,… y el mero hecho de mover un gasto de una lista a otra hace que gastemos con más o menos facilidad.

Además, hay que prestar mucha atención, porque cuando pagamos con dinero en metálico, controlamos mucho más los gastos, pero cuando pagamos con otros medios, se nos dispara la cantidad de dinero que pagamos.

Una forma de ahorrar es, sencillamente, pensar más en el futuro, porque cuanto menos pensemos en el futuro, menos ahorramos.

Y en cuanto a los negocios, podemos ver que:

Si queremos que nos tomen por estafadores, primero tenemos que cobra un gasto general y después cobrar extras. Pero si queremos que nuestros clientes se queden contentos con lo que ofrecemos, debemos cobrar la cantidad total y después explicar los extras que incluye.

También es curioso que cualquier retraso en recibir algo que ya hemos pagado, inconscientemente se entiende como estafa.

Otro dato curioso es que automáticamente identificamos un mayor precio con una mayor calidad. Por eso se recomienda ofrecer tres versiones de cualquier producto: la barata, la media y la cara: la mayor parte de las personas suele elegir la versión media.

El precio de referencia en torno al cual decidimos si algo es barato o caro se llama “anclaje” y una de las claves del éxito de los negociadores es negociar en torno al “anclaje” que ellos mismos han planteado. Cuando alguien te propone un precio, tiendes a usarlo como guía. Pero si es el otro el que fija el precio, te conviene centrarte en el precio que tú tenías en mente.

De hecho, en el mundo de las negociaciones, cuanto más amable y empática sea tu actitud, peor. Es preferible un cierto distanciamiento.

Como se puede ver, el dinero tiene una gran importancia a nivel psicológico: tanta que a menudo llega a ser el elemento dominante de la vida de muchas personas.

Lo cierto es que lo tenemos anclado en lo más profundo de nuestra biología. Pretender que no tiene importancia responde más a lo que queremos creer que a la realidad.

Se sigue investigando sobre el tema y continuamente van apareciendo más datos, pero todos recalcan que hay que tener en cuenta el dinero para dar su justa medida a la vida de una persona.

Y con ello no se está diciendo que se el elemento más importante, ni mucho menos. Porque hay otros elementos que tienen mucho más peso en la vida de las personas: en próximos artículos iremos viendo cuáles son.