En este artículo vamos a ver que lo contrario del miedo no es el valor ni el coraje, sino algo mucho, mucho más interesante.
Es bien sabido que el miedo es un instinto natural que puede llegar a arruinarnos la vida, pero lo que no se tiene claro es cómo vencerlo. Porque el miedo es una emoción que avergüenza, que hace que te sientas inferior.
Por eso pocas personas son capaces de asumir que lo tienen. Y nos guste o no, este es el primer paso: descubrir en qué situaciones sientes miedo, aunque sea un poco, porque no hay persona que no tenga un “miedo de cabecera”.
Quien no teme a la soledad, teme a la violencia, al compromiso, a la vejez, al ridículo, a decepcionar a los demás, al qué dirán… y podríamos alargar y alargar esta lista, porque son muchos los miedos que pueden hacer sufrir al ser humano.
Y aquí llegamos al tema que nos ocupa: ¿Cuál es la clave para funcionar en la vida pese a nuestros miedos, haciendo lo que hay que hacer?
La respuesta es breve, pero suele ser ignorada porque se asocia siempre al mundo religioso. Por eso la utilizaremos en su sentido más amplio. Y esa respuesta es FE (en su sentido de convicción).
Para vencer el miedo necesitamos tener FE en algo que haga que nos mantengamos firmes en lo que nuestros antepasados llamaban “tiempos recios”, como los que estamos viviendo actualmente.
Necesitamos tener FE en algo: en que vivir merece la pena, en nuestra familia, en que existe un futuro, en que se pueden mejorar las cosas, en que nuestra vida tiene un sentido, en que puedo hacer algo para que las cosas y las relaciones mejoren en mi vida, en que actuando de cierta manera conseguiré llegar a donde deseo, en que hay personas que merecen la pena…
Como dijo la escritora Marie Louise Ramé: “Arrancad la esperanza del corazón del hombre y haréis de él un animal de presa”.
No estamos hablando de una esperanza vacía e infantil, sino de algo en lo que creamos con fuerza, sin fisuras. Por eso utilizamos la palabra FE, aunque también podríamos utilizar la palabra CONVICCIÓN. Y su base es, ni más ni menos, el estar convencidos de algo aunque en el momento no lo veamos de forma evidente.
Nietzsche ya lo dijo de forma más elegante: “El que tiene un PORQUÉ, puede aguantar cualquier CÓMO”.
Porque una FE sólida en algo que nos resulte significativo sirve para aunar energías, plantear objetivos, ignorar molestias, priorizar aspectos de la vida y relajar el exceso de tensión.
Por eso, el trabajo con personas que padecen miedos incapacitantes, suele implicar dos cosas: La primera, trabajar sobre los miedos propiamente dichos. Y la segunda, encontrar un punto en que la persona crea y que le ayude a sobrellevar las situaciones a las que se enfrenta en el día a día.
Así que, si me lo permites, te planteo varias preguntas que tal vez te den pistas sobre hacia dónde puedes dirigir tu fe (o tus creencias) para vencer esos miedos que todos tenemos:
- ¿Qué es lo que hace que te levantes cada mañana?
- ¿Tienes personas a tu cargo por las que harías lo que fuera?
- ¿Tienes esperanzas de progresar?
- ¿Crees que puedes controlar aspectos de tu vida para generar cambios?
- ¿Hay alguna creencia religiosa o filosófica que tengas siempre presente?
- ¿Estás dispuesto/a a hacer lo necesario para cambiar las cosas?
- ¿Hay alguna persona, grupo, congregación o asociación en la que confíes?
Cuando tienes una fuerte creencia eres como una persona que llevara una poderosa armadura.
Pongamos un caso concreto: Imagina una persona que tiene miedo a relacionarse con los demás.
Ahora imagina que esa persona tiene la profunda convicción de que se merece luchar por el medio ambiente y que estamos a tiempo de salvar el entorno por nuestros hijos.
Pese a su miedo a relacionarse, esa persona será capaz de recoger firmas, transmitir su mensaje, organizar formaciones e incluso, quién sabe, hablar en público.
Es muy posible que con la experiencia ese miedo disminuya, pero aunque no fuera así, el creer firmemente en algo le dará esa energía y concentración que necesita para superar obstáculos que de otra manera le parecen insalvables.
Tal vez por eso digan que vivimos en una sociedad agotada, en la que ya no tenemos ideales ni grandes causas o proyectos de futuro. Pero no olvidemos que esas creencias que nos ayudan a vencer nuestros miedos no suelen aparecer porque sí. Es nuestra misión encontrarlas y mantenerlas.
Y son las que marcan la diferencia entre una vida con miedo y una vida con sentido.
Gracias, en mi caso la Fe me ha traído hasta este artículo hoy. Guardo la página para seguir leyendo. Un afectuoso saludo