Se les llama “Frikis”, palabra que viene del inglés “freak”, que quiere decir “monstruo”, ”fenómeno”, ”fanático”, “loco” o ”bicho raro”.
Desde siempre se les ha hecho creer que son personas raras, diferentes, defectuosas.
Y las hay de todo tipo:
- Seguidores de sagas del tipo “Star Wars”, “El Señor de los anillos” o “Harry Potter”.
- Los hay cuyo universo es el mundo de la informática, en todos los aspectos posibles.
- Otros prefieren la vertiente espiritual, cuyo tema favorito son las religiones, las ciencias ocultas, la meditación o las técnicas de sanación interna tradicionales.
- Hay quienes prefieren vivir en una absoluta comunión con la naturaleza.
- Están también los amantes de los conocimientos clásicos (hoy en día tan atacados) como ciertos periodos de la historia, la filosofía o ciertos tipos de literatura.
- Algunos se decantan por el coleccionismo de cosas o experiencias realmente insólitas.
Todo ellos tienen un punto en común: Se les ha hecho creer que su pasión es algo infantil, inmadura, extraña o enfermiza.
Se les ha insistido en que hay que ser “normal”, “como los demás”….
Es asombroso cómo estas personas han sabido aguantar las presiones de la sociedad, que ataca todo aquello que se escapa de las costumbres del momento.
Por algún tipo de pasión interior han sido capaces de quedar fuera de las redes que impone la sociedad, que intentan que nos ciñamos a los papeles que se nos han atribuido.
Vemos cómo por todas partes surgen pequeños grupos de “frikis” que comparten sus deseo e inquietudes, su forma de ver la vida.
No entienden por qué está mal ser un fanático de “Star Trek”, pero no de una telenovela de infinitos capítulos.
No son capaces de ver qué tienen de malo los juegos de rol en comparación, por ejemplo, de ser un apasionado de los programas del corazón.
No acaban de ver por qué es malo seguir una saga épica de forma consciente y no dedicar la vida a subir puestos en el escalafón de la empresa.
A menudo prefieren seguir las vidas de sus protagonistas favoritos, a intoxicarse con todo el horror al que los informativos nos tienen acostumbrados.
La crítica más frecuente que suelen recibir es la de huir de la realidad, como si no fuera posible tener una de éstas pasiones y al mismo tiempo realizar nuestra aportación a la sociedad.
Se podría escribir un libro sobre las peculiaridades del pensamiento “friki” desde el punto de vista psicológico.
Se podría hablar de su portentosa imaginación, de su visión libre y sin trabas, de su enorme aporte a la cultura.
O de su insaciable afán por aprender.
O de su marginación, de la sensación que se les ha inculcado de tener algo defectuoso en su interior.
Quizás el punto débil de los “frikis” sea una inmensa sensación de soledad.
La mayoría de ellos (y ellas) creen que casi nadie comparte su forma de ver la vida.
Pero eso no es cierto.
En realidad se trata de muchas personas que deberían ponerse en contacto y demostrar de lo que son capaces.
Algún día la sociedad se dará cuenta de que está dando la espalda a un colectivo con un inmenso potencial a todos los niveles.
Son los que están en los bordes del sistema, los que pueden empujar nuestras fronteras intelectuales un poco más allá.
Son personas muy interesantes y que nos indican que la realidad es más grande de lo que somos capaces de imaginar.
¡SALUDOS, “FRIKIS DEL MUNDO”!
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