Ya te he hablado alguna vez sobre cómo las experiencias del pasado pueden hacer de freno en nuestra vida actual, incluso a nivel físico.

Seguro que conoces a personas a las que les cuesta expresarse, decir lo que piensan o hacer valer sus derechos.

Parece como si tuvieran atascado en su interior todo un mar de palabras.

Y cuando esas personas no hablan, el mundo sale perdiendo.

Tengo más que comprobado que lo que esas personas guardan en su interior es oro puro.

Todos/as saldríamos ganando si escucháramos lo que tienen que decir.

Pero hoy no te voy a hablar desde el punto de vista de la Psicología.

Hoy sólo te voy a contar una historia.

Una historia que pertenece a la tradición de los Nativos Americanos.

Es la historia de “Sin Voz”:

“Hace mucho tiempo, una tribu fue atacada por otra tribu hostil.

Todos murieron, excepto una pequeña niña que consiguió salvarse haciéndose la muerta.

A los pocos días, unos cazadores que pasaban por allí la encontraron, flaca, triste y muda.

Decidieron llevarla a su propia tribu y adoptarla.

Como no hablaba, le llamaron “Sin Voz”.

Y así transcurrieron los años, hasta que se convirtió en una jovencita sana y fuerte.

Una jovencita que no había dicho una sola palabra desde que la encontraron.

Un día, mientras comía, un trozo de carne se le atascó en la garganta, impidiéndole respirar y llevándole al borde de la muerte.

El chamán de la tribu organizó una ceremonia en la que participó toda la tribu, para que, con la ayuda de los espíritus y unas hierbas que solo él conocía, la niña pudiera volver a respirar con normalidad.

Pero el resultado fue mucho más allá de lo que esperaba.

Es cierto que el trozo de carne salió, pero detrás de él salieron palabras.

Muchas palabras.

Las palabras que hablaban del miedo  que pasó de niña cuando se escondió bajo el cuerpo de su madre para que los atacantes no la encontraran.

Las que hablaban de la inmensa soledad que sintió después.

Las de la rabia, por sentirse incapaz de decir nada.

Y también las de agradecimiento hacia sus nuevos padres y su nueva familia, por haberle acogido.

Las de amor, hacia todas las personas que le habían tratado con delicadeza y respeto.

Pronunció todas las palabras que llevaba en su interior.

Y supo que a partir de ese momento, diría lo que tuviera que decir.

Los miembros de la tribu dejaron de llamarle “Sin Voz”.

A partir de entonces le llamarían “Sin miedo”.

 

Espero que te haya gustado la historia.

Seguro que has llegado a unas magníficas conclusiones.

Estoy deseando que me las cuentes.

 

Saludos.