El artículo de hoy se lo debo a una de nuestras lectoras más queridas y activas: Esti Elu.

En uno de sus comentarios, se interesaba por el tema de la culpa, sobre todo cuando no tiene razón de ser, cuando no hay motivo para sentirse culpable.

Lo primero que tenemos que saber, aunque no hace falta que te lo explique, es que la culpa es una sensación desagradable, hasta dolorosa.

Tiene mucho que ver con la ira y con la rabia.

Nos enfadamos mucho cuando hacemos algo que creíamos que no debíamos haber hecho.

O cuando no hacemos algo que pensábamos que había que hacer.

Pero su poder va mucho más allá.

Podemos enfadarnos por haber tenido un pensamiento inadecuado.

O por haber sentido algo que se supone que no debemos sentir.

Pero la rabia de la culpa es diferente: es hacia adentro.

Nos enfadamos con nuestra propia persona.

Por eso sentimos vergüenza, malestar  e incluso dolor.

En cierta manera, nos castigamos a nosotros/as mismos/as.

Otra cosa que no solemos saber sobre la culpa es que es una herramienta de manipulación de lo más eficaz.

Y esto se viene utilizando desde hace miles de años en todos los ámbitos de la sociedad.

Si consigues que una persona se sienta culpable por no hacer lo que a ti te interesa, la convertirás en poco menos que una esclava.

Se sentirá mal si no hace lo que tú quieres y se castigará a sí misma.

Una de las instituciones que mas se ha dedicado a generar culpa, en algunos casos, es la familia.

Y ese tema es el que me interesa tratar.

Si a una persona se le insiste lo suficiente y de forma reiterada y manipuladora desde que es pequeña, puede llegar a creerse lo que sea.

Y aquí aparece el tercer elemento del que las personas no se suelen dar cuenta: Se puede educar para la culpa.

Mientras que hay personas que pueden hacer lo que les apetece en la vida sin ningún remordimiento, otras se sienten culpables hasta por cosas que no han hecho.

La repetición continuada de un esquema de culpa puede hacer que la vida de una persona se convierta en un infierno, que se sienta mal en todas partes y, lo que es peor, que otras personas puedan manipularla apelando a la culpabilidad.

Mientras otra persona tenga la capacidad de hacernos sentir culpables, nos tiene en sus manos.

Por lo tanto, es fundamental aprender a reducirla a un nivel sano y sensato.

Y el primer paso es echar un vistazo a nuestro pasado y darnos cuenta de cómo nos la han ido inculcando a lo largo de los años y de cómo los demás la han utilizado en su propio beneficio.

El segundo paso es aprender a violentar nuestras emociones y trazar las líneas rojas que no vamos a pasar, por muy culpables que nos sintamos.

Y finalmente, debemos repetirnos continuamente, por si se nos olvida, que somos personas capaces, llenas de potencial y totalmente adecuadas.

Porque toda manipulación mediante la culpa se basa en nuestra creencia en que somos seres imperfectos que tenemos que cambiar, ser diferentes, para llegar a ser personas que merezcan la pena.

Nada de eso es cierto.

Estamos bien como estamos.

Desde el momento en que te aceptas y te quieres, los manipuladores pierden todo su poder.

Nadie tiene la potestad para decirnos en qué debemos cambiar para llegar a ser las personas que queremos ser.

Está en nuestras manos.

 

Gracias Esti, por tu comentario.

 

Espero vuestras opiniones.