Cuando llevas muchos años de profesión a tus espaldas, te das cuenta de que hay cosas que nunca dejarán de sorprenderte.
No es que sean cosas espectaculares o raras, sino más bien todo lo contrario.
Y ese es mi caso.
No deja de sorprenderme el talento de las personas con las que trabajo, ya sean compañeros/as, clientes o alumnos/as.
Tanto es así que estoy convencido de que todo el mundo tiene talentos, algunos de ellos sin descubrir.
Y no es algo que sea fácil de aceptar.
Porque esas personas tienen facilidad para hacer cosas que a ti te cuestan horrores.
Incluso porque hacen cosas que tú nunca podrás hacer.
Y es aquí donde me encuentro que todos los talentos y capacidades suelen tener dos características:
- La primera, que no se aprecian: Ya que las cosas se hacen de forma natural y sin mucho esfuerzo, se tiende a no prestar demasiada atención al cómo las hacemos.
- La segunda, es que a menudo las personas poseedoras de estos talentos han sido saboteadas.
Me explico:
Hay personas que son capaces de hacer algo con total naturalidad, algo por lo que otras personas darían todo lo que tienen: hablar en público, una facilidad extraordinaria para la gimnasia, una memoria sorprendente, un don de gentes increíble, …
Cuando pretendes descubrir los talentos de las personas, a menudo tienes que fijarte en lo más evidente, en lo que se hace sin esfuerzo.
Por algún extraño motivo solemos pensar que lo que merece la pena tiene que ser algo ajeno, difícil y conseguido con mucho sacrificio.
Por otra parte, es frecuente encontrarte a personas que rebosan capacidades pero que se sienten inútiles, menoscabadas, despreciadas.
Y aquí entra en juego una constante de la naturaleza humana.
A nadie le gusta sentirse menos que otra persona.
Hay que ser una persona con un alma realmente grande para admitir que alguien próximo a ti tiene capacidades que tú nunca tendrás.
Muchas personas, hay que reconocerlo, alientan a las demás en su desarrollo.
Pero hay también quien se dedica a destruir la autoestima y el crecimiento de los demás para sentirse por encima.
Estoy convencido de que si te pones a pensar, se te ocurrirán varias de éstas últimas.
No hay persona en la historia que haya conseguido algo que merezca la pena, que no haya tenido a alguien que haya intentado cortarle las alas.
En mi opinión, es parte del proceso.
Y es a menudo es esta oposición de los otros lo que nos da la fuerza para potenciar nuestros talentos y nuestra resistencia.
Se suele utilizar la imagen de una cometa, que no podría volar si no contara con la resistencia del viento.
Por eso no deja de sorprenderme el talento ajeno: porque es abundante, está en todas partes y sólo necesita un entorno medianamente acogedor para comenzar a brotar.
¡Por cierto!:
¿Cuáles son tus talentos?
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