Seguro que alguna vez has conocido a una de esas personas que te alegra el día.
Una de esas que hace que sonrías cuando te acuerdas de ella.
Ese es el poder de las personas positivas.
Pueden convertir un mal día en algo bueno y un problema en una oportunidad.
En nuestra sociedad se piensa que una persona positiva es alguien que no vive en contacto con la realidad, que se mueve en un mundo de fantasía.
Pero nada más lejos de la realidad.
Porque te encuentras personas positivas, felices y realizadas que han sobrevivido a situaciones que los demás difícilmente podríamos imaginar.
El tener una actitud positiva y proactiva es en realidad uno de los mayores actos de rebeldía que puede realizar una persona.
Es una actitud, una decisión madura en la que se dice a la sociedad y al mundo que, pese a todo lo que la vida pone en contra, se ha optado por una vida productiva, agradable e interesante.
Pero para ello se han tenido que superar multitud de obstáculos.
Se ha tenido que renunciar al conformismo que nos impulsa a plegarnos a los estados de ánimo más tristes y oscuros.
Se ha tenido que decidir cuál es el objetivo y dirección de la propia vida, priorizando unas cosas y dejando de lado otras muchas.
También ha sido necesario renunciar a toda esa serie de odios y rencores que, aunque dan un sentido a la vida, hacen que nuestros actos tomen una deriva rabiosa.
No, no es fácil llegar a ser una persona positiva, pero si conocemos alguna, merece todo nuestro respeto, porque vuelve mejor aquello que toca.
Además, es una persona profundamente envidiada.
Es curioso, pero las personas positivas, alegres y vitales que yo he conocido, han aprendido a ocultar su condición, y sólo se dan a conocer ante unas pocas personas.
Porque saben que ese bienestar íntimo es algo que todo el mundo desea.
Y saben también que muchas personas, que son incapaces de albergar sentimientos positivos y creativos, van a tratar por todos los medios de oscurecer la luz que emanan quienes han comprendido que ser feliz y vivir una vida agradable es una elección, no un toque del destino.
Pero merece la pena.
Puedo asegurarte que a lo largo de mi vida y de mi carrera he conocido a varias personas positivas, alegres y felices. Transmiten una sensación de autonomía e independencia respecto al exterior.
Se pongan como se pongan las cosas, han aprendido a ver siempre el lado bueno, a aprovechar la oportunidad que la vida les brinda y a disfrutar del momento presente, porque saben que, en realidad no hay nada más que el ahora.
Y es un privilegio cuando lo comparten contigo.
Si quieres profundizar en el tema, recuerda que puedes acudir a la sección de audios o también puedes acceder a éste enlace.
Recuerda: una vida agradable y con sentido no es suerte, es una elección.
Y como dice nuestra querida amiga M. Etxazarreta, es cuestión de actitud.
Saludos.
Según mi experiencia, cuando sales de un “agujero negro”, percibes la vida como más bonita…Y al final eso se transmite. Creo que ser poritivo/a no significa estar siempre como unas castañuelas ni pensar que la vida es juerga. Es un nosequé que como tu bien dices, te deja con la sonrisa y con otra sensación agradable (como que la vida es más fácil y sencilla) para todo el día…Me parece triste ver cómo hay personas que tachan a las personas positivas, de personas que viven “en la santa innopia” cuando una persona positiva lo es porque ha tomado la decisión y la valentía de tener esa actitud