“Nunca jamás me digas que hay algo que no puedes hacer.
No tratas de construir una pared.
No sales a construir una pared.
No dices: Voy a construir la pared más grande e imponente que se haya construido jamás.
No empiezas ahí.
Dices:
Voy a poner este ladrillo tan perfectamente como un ladrillo pueda ponerse.
Y lo haces todos y cada uno de los días, y pronto tienes una pared”.
(Will Smith)
Si alguien te dice que tiene una fórmula para que de la noche a la mañana tu vida se convierta en algo totalmente distinto, te está engañando.
O quiere obtener algo de ti…
Por supuesto que se puede cambiar del todo la propia vida.
Y también es cierto que el cambio no tiene por qué ser doloroso si se hace poco a poco y con inteligencia.
Pero es bien sabido que la propia mente necesita tiempo para ir acostumbrándose a la nueva realidad.
Si quieres una imagen, imagínate que eres un barco enorme que quiere cambiar de dirección.
No te interesa dar golpes bruscos de timón.
Para ti será mucho más interesante ir corrigiendo pocos grados cada vez, ya que así, al final del día, la diferencia puede ser de muchos kilómetros.
Eso es lo que estamos haciendo en ésta página:
Poco a poco, artículo a artículo, estamos creando pequeños cambios de mentalidad y de actitud hacia la utilización de las emociones positivas.
Por eso te propongo una cosa cada vez.
Si la vas practicando, poco a poco irás notando diferencias en tu vida.
Te habrás dado cuenta que la dirección es siempre la misma: hacia los estados emocionales positivos.
No me interesa darte una reflexión brillante que te motive al momento y luego te quedes como estabas.
Lo que pretendo es que en lugar de que intentes solucionar tus supuestas carencias, aprendas a generar tus propios recursos.
No me interesa que trabajes tu falta de ilusión, sino que aprendas a desarrollar tu capacidad de apasionarte.
No quiero que elimines tu tristeza, sino que aprendas a generar tu propia alegría…
Y todo esto puede lograrse sólo a base de pequeños pasos.
Por eso, hoy te voy a indicar otro pequeño “ladrillo” que puedes colocar en tu pared, un pequeño golpe de timón que puede ser de los más importantes.
PRACTICA LA GRATITUD:
Sí, ya sé que éste mismo consejo lo has leído en un montón de sitios.
Pero tal vez no te hayan explicado por qué se hace, ni cómo.
Para empezar, si la palabra “gratitud” no te gusta, o te suena demasiado religiosa, puedes usar la palabra “aprecio”.
Te invito a que, varias veces al día, aprecies algo de lo que no sueles ser consciente (salud, una persona querida, tener ilusión por algo, tener donde vivir,…)
Muchas personas me preguntan cómo se puede ser positivo viviendo en una mala situación. Siempre les suelo responder que hacer éste pequeño ejercicio es un buen comienzo.
Nadie está tan mal que no tenga algo que pueda apreciar.
La razón de hacerlo es que nos desvía la mente de un mundo de carencia a un mundo de posesión.
Se modifican la forma de sentir la vida.
Piensa que es como variar esos pocos grados en la dirección de un gran barco. Esos grados que nos irán llevando a donde deseamos estar.
Así, esas emociones que siempre han ido girando alrededor de pensamientos negativos, de dolor, se van a ir acostumbrando a rebajar el nivel habitual de tensión.
La gratitud tiene la extraña capacidad de rebajar los niveles de tensión física y mental, poco a poco nos desvela que la vida no es tan hostil como imaginábamos y que somos bastante más ricos de lo que creíamos.
Como todos los ejercicios de ésta página, no te servirá de nada si lo practicas durante un par de días y luego lo olvidas.
No hay razón para que dejes de hacerlo.
La sensación de agradecer es una sensación agradable y bien te puedes acostumbrar a ella.
Sigue practicándola hasta que ya no tengas que pensar en ella, hasta que se convierta en algo natural en ti.
Así es como se logran los cambios de verdad, los que son para siempre.
SALUDOS.
Deja tu comentario